Grandes sonrisas :)

domingo, 10 de junio de 2012

Día 13. Viernes

No encuentro mi vestido. ¿Dónde estará? No puedo salir sin ropa. No está. No lo encuentro. ¿Y ahora qué hago? Alberto se da la vuelta en la cama, extiende la mano y, dormido, me busca a su lado. Cojo un cojín del sillón que tiene en su cuarto y lo pongo bajo su mano. Alberto sonríe y se abraza a él, creo que pensando que soy yo. No entiendo cómo pude hacer lo de anoche, aunque no me arrepiento. Me meto al vestidor de Alberto, y encuentro una sudadera negra larga. Perfecto. Me la pongo y salgo de la habitación. No he podido coger ningun pantalón, sólo para que Alberto no note que me he llevado su ropa. No quiero que piense que me he acostado con él para despues robarle. Aprovecho que aún no han venido las sirvientas (cómo odio esa palabra) para irme de esa casa. Sólo se que ayer estábamos los dos borrachos, pero él mucho más que yo. Puede que cuando se levante no recuerde lo que pasó. Y así nadie salvo yo y el taxista que nos llevó a casa sabremos lo que pasó. Antes de salir por la puerta que da a la playa (por la puerta por la que me imagino, nadie se fijará en mi) encuentro la blackberry de Alberto. Intento de desbloquearla. Fácil, la tiene sin contraseña. Contactos. Buscar. Al fin encuentro a quien busco. Rooney Evans. El chico con el que creo que Amanda ha pasado la noche. Marco su número con mi móvil, dejo el móvil de Alberto en la mesita de la entrada, exactamente como estaba antes de que le cogiese, y cierro la puerta con cuidado. Corro por la playa, bajándome la sudadera para que no se me vea todo el tanga. Doy a llamar, y tras mucho esperar, Rooney coge el teléfono. -Are you crazy? It's six in the morning!- dice una voz cansada desde el otro lado del teléfono. -Is Amanda?- digo, pisoteando el ingles a un nivel extremo. Rooney no contesta, y cuando se vuelve a oir una voz, es Amanda. -¿Quien es?- pregunta mi mejor amiga. -No te vas a creer lo que ha pasado. Dame la dirección de la casa donde has decidido dormir esta noche.
*-*-*-*-*-*-*-*
Corro por la calle donde vive Rooney. Es una zona de lujosas mansiones, todas mucho más grandes que la casa de Alberto. Amanda no pierde el tiempo. Al final, tras mucho correr y muchas miradas indecentes de viejos e impresionadas de personas mayores, consigo llegar a la casa de Rooney. Tiene un gran muro, y si saltas se puede ver una gran mansión, y a dos señores regando el gran jardín. Llamo al timbre y lo coge una señora mayor que me mira a través de una cámara colocada en el timbre. -Who is it? -Rooney? Amanda?- contesto desesperada. Espero una respuesta, pero no la hay. Golpeo la puerta enfadada. Nadie me hace caso. Vuelvo a llamar, pero la misma señora dice algo que no entiendo enfadada, y no me deja tiempo de volver a preguntarla. Busco otra entrada, una ventana o algo, pero no la encuentro por ningun lado. De repente se me ocurre una idea, pero demasiado alocada. No debo hacerlo. ¿O si? Que cojones, estoy en Los Ángeles en bragas buscando a mi amiga que se ha acostado con un tío ricachón al que no conoce de nada, no pasa nada si hago alguna locura más. Y con este pensamiento, cojo y corro hasta el otro lado de la calle, hacia unos cubetos. Con una amplia sonrisa, confirmo mis sospechas: tienen ruedas. Quito el seguro de las ruedas de uno de los contenedroes (el que me parece que está más limpio, aunque aún asi está lleno de mierda) y cruzo la calle empujándolo. Varios coches me pitan, pero yo sigo intentando empujar el pesado contenedor. Al final, consigo hacer un atasco en la transitada calle. Cuando consigo colocar en contenedor pegado a la pared y me subo, aparecen dos policías alertados por un vecino. Lo que me faltaba. Me subo al muro antes de que los policías me cojan. Esto es de locos. Jamás habría pensado que acabaría así. A la persecución se unen los jardineros y alguna sirvienta que me ve corriendo por el interminable jardín. Rodeo la casa por un jardin lateral y llego a la piscina justo cuando un policía cae sobre mi. Un chico jóven sale del agua, acompañado por una chica pelirroja. -¿Lú? ¡Suéltela!- grita empujando al policía. Rooney dice algo en ingles que hace que los jardineros y las sirvientas se aparten de mi y vuelvan a sus labores. Se pone una camiseta que está tirada en una hamaca y se va a hablar con los dos policías. Amanda me ayuda a levantarme, me mira y se ríe. -Esta situación es ridícula- digo enfadada por verla reirse a carcajadas tras comprobar que no llevo pantalones. -¿Qué ha pasado? Hazme un resumen corto, por ahora intentaré asimilar el por qué de que aparezcas aquí asi y con la policía persiguiendote- dice riendo aún más y sentándose en una hamaca. Yo me siento en otra y empiezo a explicárselo. -Me acosté con Alberto y para que no se diese cuenta le robé sólo una sudadera y cogi el numero de telefono de tu "novio", sali corriendo sin que se diera cuenta y llegue hasta aqui, pero como no me habrían la puerta tuve que coger un cubo de la basura y saltarme la valla, me vieron unos policias y corrieron tras de mi por el jardin hasta que llegué aquí- digo todo esto sin respirar apenas, pensando si no me he saltado nada de lo ocurrido esta mañana. Amanda me mira estupefacta, con ganas de que mi increible historia continúe. -Ya está, no te preocupes, lo he arreglado- chapucea en un nefasto español Rooney. -¿Tienes unos pantalones?- pregunto riéndome.

domingo, 13 de mayo de 2012

Día 12. Jueves.

-Yo también te quiero- de repente, Omar cuelga el teléfono. -¿Tradará en volver?- me pregunta Alberto besándome en la cara. -Ha dicho que ya no volverá, que volvamos nosotras el domingo- le digo, dandole un golpecito en la nariz y sonriendo, aunque por dentro no quiero sonreir. En cuatro días tendremos que volver y dejar aquí a Alberto. -Bueno, intentaré hacer que estos días que nos quedan sean perfectos. -¿Estáis listas?- nos pregunta desde la escalera Alberto. -Perfectas- contesta Amanda sonriendo con sus perfectos labios rojos, a juego con su pelo. -Perfectísimas- contesta Alberto abriendo la puerta de casa. La cena estaba exquisita. Alberto tenía cena con unos importantísimos socios de su padre. Al parecer quieren vender sus materiales para la fábrica y no se qué... Alberto es vicepresidente de una oficina de la empresa de Ferrari de Los Ángeles. La verdad, no me he enterado mucho de la conversación que mantenían y tampoco estoy muy segura del trabajo de Alberto, ni quiero enterarme. -¿Que queréis de postre?- dice uno de los señores sentados en la mesa. Obviamente, hablan en ingles, pero Amanda y yo nos enteramos de todo porque entendemos algo de inglés. -Trata de chocolate- repetimos las dos a la vez. Todos los de la mesa se ríen. -Chicas, estábamos comentandole a vuestro amigo Alberto que ahora hay una fiesta muy cool- me encanta esa palabra, sobretodo dicho por ella- y, bueno, si queréis, podéis venir. -Oh, nos encantaría- dice Amanda sin dejarme hablar. Vaya fiestas que se monta esta gente. Primero les ves tan tranquilitos en una cena, y acaban borrachos y haciendo cosas rarísimas. Una vez más, he perdido a Amanda de vista... -Albertito, ¿has visto a Amanda?- le pregunto al oído, puesto que la música está tan alta que casi no me oye. -La última vez que la vi estaba con Rooney- me dice gritando. Rooney, el rubio del día en la isla. Esta chica no tiene remedio. Me quedo con Alberto y, en un momento en el que lo que llega a mi cabeza no es sangre sino alcohol, agarro a Alberto por los hombros y me pongo a bailar con el mientras grito de diversión. Alberto sonríe impresionado y me sigue el rollo, me coge de las caderas y baila muy muy pegado a mi. Le quito la camisa y la lanzo fuera de la cama. Él baja la cremallera de mi vestido y tira de él hasta abajo. Sabe como hacerlo. Sabe como besarme, como tratarme. Se nota que no ha olvidado los viejos tiempos. Miestras me besa por el cuello me acaricia el pelo, lo que hace que se me ponga la carne de gallina. En este momento no se quién soy, qué hago aquí. No recuerdo ni mi nombre. Sólo se que quiero vivir este momento sin pensar en los demás. ólo quiero ser yo misma, disfrutar...

viernes, 4 de mayo de 2012

Día 11. Martes

-Te voy a echar de menos amor- me dice Omar, que me coge de la cintura y me besa cariñosamente. -Pero si no vas a estar fuera ni tres días- le digo riendo, mientras que me besa el cuello. -¿Es que tu no me vas a echar de menos?- me dice soltandome repentinamente. Yo le vuelvo a abrazar y le sonrío mirandole a los ojos, pero él apartala vista. -Ai, ¿pero cómo no te voy a echar de menos? Vuelve pronto por favor- le ruego al oído. Nos besamos una vez más, el coge su pequeña maleta y, antes de subir al tren, da un abrazo muy fuerte a Amanda, un beso en la mejilla y se va. Cuando el tren comienza a moverse, Omar aparece despidiendose por la ventana. Yo le despido con una mano y le lanzo un beso. -¿Qué quereis que hagamos?- nos pregunta Amanda después de comer. -No se... podíamos ir a dar una vuelta por Los Ángeles- dice Alberto. -Ya hemos visto Los Ángeles, Omar nos lo enseñó- digo cambiando de canal en la tele- vaya mierda, aquó no hay nada más que programas en ingles. -Bueno... podemos ir a la playa- vuelve a sugerir Alberto. -¿Y si vamos a hacer algo diferente?- pregunta Amanda. -¿Queréis que os lleve a un barco para bañarnos en una pequeña isla?- pregunta Alberto sonriendo. -¡Sí!- grito yo feli. Eso si que es un planazo. La playa es preciosa. La típica playa de película, que siempre hemos pensado que no existía pero no es cierto. Una playa de aguas cristalinas y verdes palmeras, con conchas en la arena y unos grandes acantilados. Nos bajamos del barco y vemos un gran hotel. -¿Y eso?- pregunto extrañada- pensé que esto estaba despoblado. -No lo está. En verdad esto es una encerrona. Han venido unos amigos que trabajan en Texas aquí, y quería venir a verles. Las dos le miramos con mirada asesina. Él empieza a reirse y nos da una pequeña collejita amistosa. -Tranquilas. Mirar, esto es un hotel de lujo. De los más lujosos que hay por aquí. Y hay un spa, sencillamente increible. Y bueno... digamos que ya que tenéis amigos tan influyentes, podeis usar todas las instalaciones del lugar- nos dice abriendo los brazos para recibir ese abrazo que no tarda en llegarle ni medio minuto, acompañado de besos y alabanzas.
Que relajación madre mía. La verdad, no se cómo no me casé con este chaval. Vaya vida me hubiese pegado. Aunque bueno... igual que con Mario. Bueno, que yo estoy enamorada de Omar, y punto. -Qué yal chicas?- nos pregunta Alberto levantandose de una mesa donde hay muchísima gente. -Perfectamente perfecto- dice Amanda. -¿Y tú?- me pregunta. -Es como un sueño, de verdad. Gracias- digo mirando las fabulosas vistas. Omar nos coge de la mano y nos lleva ala mesa. Nos indica nos sillas, nos las retira y nosotras nos sentamos agradeciéndoselo con una mirada. -Éstas son dos buenas amigas mías- nos presenta Alberto. Nosotras saludamos a todo el mundo de la mesa, Amanda especialmente a un rubio de ojos castaños. Definitivamente, le gustan los rubios.

lunes, 30 de abril de 2012

Día 10. Lunes (Segunda parte)

La comida sólo se puede definir con una palabra: PER-FEC-TA. Alberto nos ha invitado a comer en un restaurante muy pijo de Los Ángeles. Lo único malo de la comida han sido las miradas entre Alberto y Omar. Cada vez que Alberto se acercaba a mí, Omar hacía algo por evitarlo. Creo que tiene celos. Per ¿celos de qué? Es sólo un buen amigo. Vale, fue mi novio, pero de eso hace ya mucho tiempo. Ahora estamos dando un paseo por la playa, cada uno con un helado. Hablamos de los viejos tiempos, de cuando íbamos los tres a la universidad y eramos mejores amigos y no nos separábamos nunca. Noto en la mirada de Omar que se siente marginado.
-¿Recordais cuando enrollasteis al capitán del equipo de futbol de la universidad que jugaba contra la nuestra la noche antes del partido y tuve que ir a sacarle de vuestro armario?- dice Alberto riendo. Omar, al escuchar esto y oir nuestras risas, abre los ojos como platos y dice alterado: -¿¡Hicisteis eso?! -Obviamente, queríamos que Bertito ganase- decimos dándole un beso cada una en una mejilla. -Estaba muy locas, por eso me llevaba bien con ellas- dice Alberto meneando la cabeza. -Sus padres nunca nos aceptaron y nos nos dejaban ir a su casa, asi que nos colábamos por la ventana y veíamos películas encrrados en su dormitorio con la luz apagada- dice Amanda con mirada melancólica. -Eran muy buenos tiempos...-dice Alberto abrazándonos más fuerte. De repente, Omar recibe una llamada y se retira un poco para hablar. Por lo que puedo escuchar, creo que es Lars. Nosotros nos sentamos en un banco para esperar a Omar. -Os he echado mucho de menos, ma's- esto último hace que se me escape una pequeña lágrima, y, Alberto al verme tan emocionada, me abraza muy fuerte, y Amanda se une. -Ma's para siempre- dice Amanda casi en un susurro, lo bastante fuerte como para que sólo nosotros lo escuchemos. Ma's era como nos llamábamos en la universidad. Ma's, una abreviación de "Mejores Amigos", y, escuchar a Alberto volver a decirlo tras tanto... noté que ya no podía ser más feliz en mi vida entera. Omar vuelve, con cara de preocupado. -Chicas, nos tenemos que ir hoy mismo. -¿¡Qué?! ¿Por qué?- decimos las dos al unísono. -Nerea a tenido un accidente y está hospitalizada. Lars se ha ido con ella al hospital y no podrá atender sus negocios, y quiere que vaya yo. -¡No quiero despedirme tan pronto de mi Bertito!- digo inconscientemente, y me abrazo fuertemente a él. -Podemos hacer una cosa si no te molesta...- comenta Alberto, secándome otra lágrima. -Dime-dice Omar, con mala gana. -Se pueden quedar en mi piso. Es enorme, hay espacio de sobra para mis dos chicas favoritas- dice cogiendonos por los brazos. -¿Nerea estará mucho tiempo en el hospital?- pregunta Amanda, fingiendo preocupación. -No, simplemente se ha caído del caballo y se ha roto una pierna y tiene vario golpes muy fuertes. El problema es que mi primo tenía muchas reuniones importantes para su empresa, y tiene que ir. Por eso es urgente que yo, como representante cuando Lars no está, debo de irme hoy mismo-hoy, por primera vez desde que le conozco, Omar ha hablado seriamente. -Bueno, pues estos pocos días se pueden quedar conmigo en casa y cuando tú vuelvas, si puedes volver, pues ya volveis con él al hotel. -Bueno... lo que ellas quieran- dice Omar. Aunque halla dicho "ellas", sólo me ha mirado a mí al pronunciar esa frase. Yo no quiero contestar, me da miedo hacer daño a Omar con mi respuesta, puesto que mi deseo es quedarme aquí un tiempo con Alberto, pero Amanda se lanza a contestar: -¡SI SI! ¡NOS QUEDAMOS CON NUESTRO MA !

miércoles, 11 de abril de 2012

Día 10. Lunes

Dormía plácidamente en mi cama hasta que la bruta de Manda (sí, cada día la llamo de una forma distinta, pero es así desde que éramos crías) se tiró encima nuestra (por si tampoco lo sabéis, ahora duermo con Omar ^^) y empezó a gritarnos:
-¡Despertar dormilones! ¡Estamso en Los Angeles y no quiero que mi cuerpo se pierda ni uno de los rayos de Sol que caen!
-¿Tú eres tonta o te chutas fairy?- pregunto frotandome los ojos.
-No haberos quedado de fiesta hasta tan tarde y haber venido antes como hice yo- nos dice bailando por la habitación en bikini.
-Tú te lo perdiste abuelita. Poco despues de irte la fiesta se calentó y empezamos a bailar todos más pegados y hasta un chaval que, según Lucía, "estaba que te cagas- dice Omar señalando el "que te cagas" y poniendo voz de pija- vino a preguntar si te habías ido ya o ibas a volver.
-¿En serio? Bueno, me da igual, me voy a la playa os espero allí- dice cogiendo la toalla. Amanda cierra la puerta tras de sí y, en ese momento, unos brazos fuertes me rodean por la cintura. Yo me dejo llevar por Omar, y una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios. Omar me besa con dulzura mientras acaricia mi cuello. Eso hace que los pelos de la nuca y del brazo se me ericen y se me ponga la piel de gallina.
Omar se aparta un poco de mí sonriendo. Empieza a desabrochar los botones de mi camisa, despacio, uno a uno. Tengo la necesidad de que lo haga más rapido, de que me la quite ya, pero le dejo disfrutar del momento. Con aún los dos ultimos abrochados enpieza a besarme el cuello, bajando hacia abajo hasta a llegar al borde de mi sujetador. Yo le agarro del pelo. Nadie de mi familia se creería que estuviese haciendo esto con un chico al que conozco poco y con el que me acosté borracha, pero ahora es tiempo de vivir mi vida sin importarme lo que digan. Omar desabrocha por fin los ultimos botones y tira la camisa lejos, hasta la puerta. Se tumba en la cama, y yo me siento encima, quitando en nudo del pantalón de su pijama. Sonría pícaramente y me mira a los ojos. Yo suelto una carcajada al ver esa mirada, como la de un niño pequeño al que acabas de dar una piruleta de su sabor favorita y le dejas que se la coma entera en el momento, una felicidad plena. Me besa, ya más apasionadamente mientras yo le bajo los pantalones y los tiro no muy lejos de mi camisa. él acaricia mi espalda mientras yo bajo rozando mis labios con su cuello y empiezo a besarle el cuello.
Omar, en un movimiento rápido y con estilo, arroja mi sujetador justo encima de mis pantalones. Debeía sentir vergüenza, pero no la siento. No recuerdo un momento más feliz en mi vida que éste.

* * *
Omar baja delante, con la colchoneta con forma de cocodrilo y la sombrilla y yo voy detrás con la bolsa de las toallas. Como el ascensor estaba averiado, hemos tenido que bajar por las escaleras.
El día es magnífico. El Sol brilla en lo alto del cielo, la gente se pasea por Los Angeles, algunos turistas hacen fotos de la playa y de los carteles de las famosas calles. Omar me agarra de la mano y cruzamos la carretera agarrados y riendo. Tras cinco minutos buscando, encontramos a Manda hablando con un chico en la orilla de la playa.
Un chico alto, con un cuerpo digno de revista, el pelo castaño oscuro, unos preciosos ojos grises y una sonrisa a juego con esa persona totalmente perfecta. No se, será una intuición, pero creo conocer esos ojos brillantes que ahora me escrutan sonriendo.
Omar y yo nos hacercamos, y yo le suelto de la mano y camino hacia ese ser, podemos decir, de otro planeta.
-¡Luchi!- grita el chico, que viene corriendo y me abraza, seguido por Manda que viene entre sonriente y preocupada.
-¿¡Berto!?- pregunto reconociendo al fin esos ojos grises. Él asiente mirándome y me vuelve a abrazar, pero esta vez yo tambien lo hago.
-¡No me lo puedo creer!- grito feliz.

sábado, 24 de marzo de 2012

Día 9. Domingo.

Bueno, lo de hoy es muy grande. Omar se ha levantado a las seis de la mañana, nos a robado un sujetador a cada una y unas bragas y
se ha ido a comprarnos un bikini a cada una. Ha llegado a la habitación, nos los ha lanzado a la cara y a gritado:
-¡NOS VAMOS A LA PLAYA!
¿Se ha vuelto loco? Para algún despistado, Las Vegas no tiene playa. Por lo menos los bikinis son muy bonitos. Los dos sin tirantes,
según él, "para que no se nos quede la marca cuando tomemos el sol". El mío es de leopardo, con un arito en los lados de la braga y
en medio en la parte de arriba; el de Amanda es negro con puntitos de colores. Por supuesto, no le hemos echo ni caso, le hemos dado
las gracias y nos hemos vuelto a la cama.
Como hoy vienen los padres de Nerea, Lars nos pidió que nos fuesemos por ahí para que el primer día ocurriese sin incidentes.
-Chicas, tengo un plan para no aguantar a los padres de Nerea.
-¡Que no hay playa!- le gritamos, con sueño. Lo de la noche anterior no fue mucha juerga, pero noticiones a montones.
-Ya, lo se. Nos vamos a ¡Los Angeles!- grita eufórico.
-Como si nos vamos a China, yo quiero dormir- le digo cogiendole y tirandole a la cama. No se si lo he comentado,
pero ahora Omar y yo estamos en una etapa extraña. Estamos de lío, pero no saliendo.
Él me abraza, y me dice al oído:
-Los Angeles, la playa, en un hotelito, tu y yo...- eso consigue hacerme cambiar de idea. Le empujo, y voy a cambiarme de ropa. Amanda, resignada, me sigue.
Omar baja a avisar a Lars, que se pone MUY MUY contento... aunque no mas que Nerea.

Tras cinco puñeteras horas de viaje (había carabana) llegamos a la playa de Los Angeles. ¿Quien me iba a decir a mí que vería tanto mundo...
Con las maletas en el coche (aún no sabemos porque Omar nos ha echo llevarnos toda nuestra ropa, que no era mucha)nos quitamos
la ropa, la tiramos en la arena junto a las toallas y, sin dejar de correr en plan películas nos tiramos al mar. Omar me abraza y me besa.
Un beso con sabor a salr, un beso corto. Luego agarra a Amanda y la lanza. Así nos pasamos jugando, nadando y abrazándonos durante una hora en el mar,
hasta que nuestros dedos se arrugan.

Entramos en el hotel. Es rústico (al parecer ya hemos casi gastado el dinero que hemos ido ganando), aunque la habitación es espaciosa y muy bien amueblada. Es muy acogedora. Tiene tres camas, con un gran ventanal al fondo con vistas a la playa y un baño con una bañera muy grande.
-¿Nos metemos en la bañera?- pregunta Amanda, riendo pícaramente.
-¡Hagamos espuma!- gritanmos los tres a la vez, que nos volvemos a quedar en bikini y bañador y nos metemos los tres a la bañera. Cogemos gel y nos ponemos a echar en el agua, hasta que llenamos la bañera de burbujas y espuma.

martes, 20 de marzo de 2012

Día 8. Sábado (Tercera parte)

-¿Pretendes que te crea?- dice Lars, impresionado mientra da vueltas por el salón. Llevamos así, como unas dos horas, y Lars sigue con la negativa.
-¿Pero por qué?- vuelve a preguntar Eva divertida- ¡estamos en Las Vegas!- alega.
-¡Porque es imposible! ¡Tienes dieciseis años!
-¿Y eso que tiene que ver?- dice riendo. La verdad es que yo tampoco la creería.
-Vuelve a explicarlo otra vez, por favor- pide Lars, sentandose en el sofá. Nerea le acaricia el pelo y le coge de la mano.
-Cariño, no pierdas tiempo con este tipo de gente, tenemos cosas más importantes que tratar, y no podemos estar perdiendo el tiempo con niñatas- dice Nerea, intentando susurrar. Digo intentando, porque no es que lo haga muy bien, porque Eva la escucha, pone cara de mala leche y la espeta:
-Oye, pija de mierda, o te callas la boca o te parto la cara, una de dos- dice mirandola desafiante. Nerea abre exageradamente la boca. Se levanta y se va a la cocina. Lars la sigue, dejandonos solos con ella.
-Te creemos, tranquila- dice Omar.
-¿De verdad necesitas el cerdo?- pregunto yo.
-Le habéis cogido mucho cariño ¿eh?- nos dice sonriendo. La verdad es que es una chica agradable.
-Mucho, es nuestro querido Don Pepe- dice Amanda sonriendo.
-Bueno, en ese caso, podeis quedaroslo. La verdad es que lo robé de una granja- todos nos reímos.
-¿Quieres venirte a cenar con nosotros?- pregunta Omar, por fin mirándola a los ojos, y no más abajo.
-Bueno, está bien. Me vendrá bien desconectar del trabajo. Pero pagáis vosotros- dice.
-¿Trabajas?- la pregunto. Antes nos había dicho que tenía diecisiete años.
-Sí, como camarera en el bar de mi camiseta- dice señalando la camiseta blanca con la palabra "Bosoms"- es un puticlub, sí, en el que estuvisteis anoche y robasteis el cerdo.
-Oh, madre mía, que les robamso el cerdo a unas putas. Sin ánimo de ofender- digo.
-No tranquilos, si yo no soy puta, soy camarera- dice alegre y orgullosa.

Tras haber cenado una pizza en una pizzaría italiana, nos dirigimos a dar una vuelta. Puesto que ayer la liamos parda, hoy no beberemos mucho, y estaremos en casa pronto.
-Eeey broderssssss, ¿que pacha coleguillas?- de repente se nos acerca un chico y se abraza a Omar. Va muy borracho y lleva unas pintas increibles. Es afroamericano, con el pelo a lo "afro", con una camisa como con manchas de colores, unos pantalones vaqueros rotos por todos lados y una especie de zapatillas verdes fosforitas sin cordones. Vamos, un tío de lo más extraño.
-¿Pero tú quien coño eres?- pregunta Amanda, sin tocar a este extraño individuo.
-¿No te acuerdas de mí, Amanda?- pregunta haciendo el amago de abrazarla. Ésta le empuja, y el chico abre los brazos y exclama:
-¿¡Tan pedo íbais que no os acordais de tío Benjy!?
-Disculpe, ¿es que nos conocemos?- le pregunto, empujandole para que no se acreque mas de lo necesario.
-¿Tengo un video, ¿quereis verlo?- pregunta sacando su móvil.
-Si, por favor- todos nos congregamos al rededor de "Benjy" y miramos expectantes el móvil.
Benjy pone un video. En él salimos Omar, Amanda, Eva, otra muchacha, Benjy y yo en una fuente gritando y bailando con el cerdo con nosotros. Yo llevo la camisa extraña con la que me levanté, y salgo liandome con Omar. Amanda baila con Eva y la otra muchacha, y varias veces se levanta el vestido y nos muestra su bonito tanga negro. Omar se ría al vernos, miestras que Amanda y yo miramos el móvil boquiabiertas.
-La otra chica es mi compañera de trabajo, Sofía. Tambien es española.
-Este mundo es un pañuelo- dice irónicamente Omar. Benjy estalla en carcajadas.
-¿De verdad hicimos esto?- pregunto alelada.
-Y mucho más ricura. Nos colamos en la casa de un millonario cuando Sofía iba a hacerle sus servicios. Pero al parecer el tío era marica y se encaprichó con Omar, se le intentó tirar, pero el chavla estaba muy preocupado por comerte la boca, y lo que no es la boca...- Benjy vuelve a estallar en carcajadas. Huele a porro y a alcohol, una mezcla vomitiva.
-¿Nos acostamos?- pregunta Omar, sonriendo levemente.
-¡Pues claro que si!- Benjy empieza a dar palmadas y a reirse, otra vez. Estoy arta de tanta historia en sólo una noche. Yo no puedo seguir asi. Salgo corriendo de ahí. Amanda grita detrás mía, pero yo no paro por ello, aún así no me sigue, ella entiende que quiera estar sóla. ¿Pero qué he hecho? ¿Por qué soy tan tonta? De repente, una lágrima empieza a caerme por la mejilla justo cuando alguien me agarra por detrás. Cuando me giro, esos preciosos ojos marrones escrutan mi rostro con dulzura.
-Déjame- le digo, intentando soltarme. En vano, él me retiene con fuerza, pero con cariño, sin hacerme daño, con suavidad.
-No llores. No es tan malo...- me susurra. Aunque yo no quiera, estas palabras me tranquilizan.
-¿Que no es tan malo?- le contesto, ya más relajada- nos hemos acostado- digo casi susurrando.
-Eh, tranquila, yo estoy aquí, tranquila- y mirandome a los ojos, pega sus labios contra los míos. Noto una sensación calurosa, miestras él me agarra del culo y yo juego con su pelo.